Tras 30 años de vida como monja carmelita, en búsqueda de la
plenitud psicológica y espiritual, descubrí que estaba
llamada a una mayor apertura de conciencia. El proceso de apertura comenzó en 1997 y desde ahí no se
ha detenido.
Esta apertura me llevó a optar por abandonar la vida religiosa y abrirme a una experiencia
transreligiosa, osea, más allá de toda religión. Hoy puedo decir que me siento más espiritual que nunca y
menos religiosa que nunca.
En este camino de crecimiento psico-espiritual me he formado de forma autodidacta en la
línea junguiana y gestáltica dando talleres como La Reconciliación con la propia Sombra, el Eneagrama y
los Sueños como camino de integración e interioridad. A nivel espiritual comencé con la especialización
en la mística Teresa de Ávila entre otros místicos de occidente y oriente.
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