Mindfulness: La meditación eterna
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28 de septiembre de 2020
¿Qué es la atención plena? ¿A qué hace referencia este concepto tan de moda en nuestros días? Podemos traducir mindfulness como conciencia plena. Este concepto proviene de la meditación budista, en concreto del movimiento budista Vipassana, una técnica meditativa centrada en tomar conciencia del momento presente ya que solo así podemos ser conscientes de la realidad.
Vipassana es una palabra pali (idioma índico o prácrito) que traducimos por visión clara y penetrante. Es la comprensión directa y espontánea de la verdadera naturaleza de las cosas. Los principales textos en los que el Buda describen las técnicas de meditación son el Anapanasati Sutta y el Satipatthana Sutta.
El mindfulness se popularizó en Occidente de la mano de Jon Kabat-Zinn. Esta práctica de origen budista cuenta con más de 2.500 años de antigüedad, sin embargo en Occidente no aparece hasta hace treinta años para tratar problemas asociados al estrés y al dolor crónico. A pesar de encontrarse con sus raíces en el budismo, el mindfulness se enseña desprovisto de cualquier componente o terminología oriental.
La meditación atenta altera nuestro cerebro y serena nuestro corazón. La clave es ser consciente de la respiración, tratar de sentirla para notar como se mueve el aire hacia el interior y el exterior de nuestro cuerpo. separado a menudo.
En una sociedad en la que las interrupciones en una tarea se producen cada menos de 11 minutos se hace necesario aprender a concentrarse en nuestros pensamientos y profundizar en nuestro interior. La esencia del mindfulness consiste en ver nuestros propios pensamientos desde fuera.
Muchas veces vivimos tan inmersos en nuestros pensamientos que sólo vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos oír. Aprender mindfulness te ayuda a aprovechar la inmensa capacidad que tenemos y de la que nunca nos hablan en el colegio, la consciencia. Llegar a un estado de atención consciente ayuda, no solo a reducir el estrés o la ansiedad, sino también a ser más creativos, a valorar las situaciones con mayor claridad, a aumentar la resistencia emocional y disfrutar más de lo que se está haciendo.
Como tantas otras capacidades del ser humano, la atención también se entrena. Porque es un músculo que cuando se usa se fortalece y cuando no, se atrofia. Los resultados, lógicamente, son progresivos y podemos, poco a poco, ir alcanzando cotas de mayor atención.