La espiritualidad es un aspecto clave y que inciden en nuestra calidad de vida y muerte,, y dentro del sistema sanitario, es en los Cuidados Paliativos donde ha habido una especial sensibilidad ante la dimensión espiritual.
En los años 90 se empieza a dar más importancia a los aspectos espirituales de los enfermos porque se apreció que muchas personas recurren a sus creencias espirituales cuando se enfrentan a enfermedades graves y por ello se comenzó a indagar y se encontró que los pacientes crónicos y paliativos tenían la expectativa y el deseo de que sus médicos se interesasen por su dimensión espiritual y de que se incluyese la espiritualidad como parte de la atención.
Desde entonces, ha habido muchas publicaciones y evidencias sobre el beneficio y el
valor del apoyo psicológico y el bienestar espiritual en la adaptación a las enfermedades graves, demostrándose que los pacientes atendidos en sus necesidades espirituales tienen mayor
adaptación y mejor control de síntomas físicos y psicológicos, y una mejor calidad de vida
independientemente de la percepción que se tenga de la gravedad de la enfermedad. Y también
hay bastantes datos sobre el impacto negativo que tiene el sufrimiento espiritual en la salud y en
síntomas tales como el dolor y la depresión. Esta relación ha quedado
específicamente demostrada en pacientes con cáncer y en centros de cuidados paliativos.
En los años 90 se empieza a dar más importancia a los aspectos espirituales de los enfermos porque se apreció que muchas personas recurren a sus creencias espirituales cuando se enfrentan a enfermedades graves y por ello se comenzó a indagar y se encontró que los pacientes crónicos y paliativos tenían la expectativa y el deseo de que sus médicos se interesasen por su dimensión espiritual y de que se incluyese la espiritualidad como parte de la atención.
Desde entonces, ha habido muchas publicaciones y evidencias sobre el beneficio y el
valor del apoyo psicológico y el bienestar espiritual en la adaptación a las enfermedades graves, demostrándose que los pacientes atendidos en sus necesidades espirituales tienen mayor
adaptación y mejor control de síntomas físicos y psicológicos, y una mejor calidad de vida
independientemente de la percepción que se tenga de la gravedad de la enfermedad. Y también
hay bastantes datos sobre el impacto negativo que tiene el sufrimiento espiritual en la salud y en
síntomas tales como el dolor y la depresión. Esta relación ha quedado
específicamente demostrada en pacientes con cáncer y en centros de cuidados paliativos.