Dependiendo de la región, el culeto del aquelarre evoluciona hacia fiestas nocturnas con tono de burla y desahogo, donde el objeto de las sátiras, canciones y danzas era desprestigiar el poder establecido por el Señor y la Iglesia. La realidad histórica de estas celebraciones está constatada y revela una profunda necesidad de la comunidad de abrir un espacio donde dar rienda suelta a las pasiones y la lujuria en una época tan restrictiva.
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