Origen del Árbol de navidad

Contenido propio

28 de septiembre de 2020

El árbol de Navidad es una representación ornamental de éstas fechas que forma parte del imaginario colectivo de casi cualquier cultura. Aunque es verdad que ha sido la televisión, el cine y la cultura popular quien lo ha extendido a nivel global. Desde tiempos ancestrales, sin embargo, los pueblos primitivos han colgado en sus cabañas plantas de hojas perennes y flores, buscando un significado mágico en tal acto.

Los griegos y los romanos decoraban sus casas con hiedra. Los celtas y los escandinavos preferían el muérdago y muchas otras plantas de hoja perenne como el acebo, el rusco, el laurel y las ramas de pino o de abeto ya que pensaban que tenían poderes mágicos. Muchas de éstas plantas poseen poderes medicinales, por lo que es normal que se relacionen con tradiciones espirituales y animistas.

En la cultura de los celtas, el árbol era considerado un elemento sagrado. Se sabe de árboles adornados y venerados por los druidas de centro-Europa, cuyas creencias giraban en torno a la sacralización de diversos elementos y fuerzas de la naturaleza. Cerca de la actual Navidad, y coincidiendo con el solsticio de invierno se celebraba el cumpleaños de Frey (dios del Sol y la fertilidad) adornando un árbol perenne. El árbol tenía el nombre de Divino Idrasil (Árbol del Universo): en cuya copa se hallaba el cielo, Asgard (la morada de los dioses) y el Valhalla (el palacio de Odín), mientras que en las raíces profundas se encontraba el Helheim (reino de los muertos).

Cuando el cristianismo se extendió por toda Europa, los primeros cristianos cogieron la idea del árbol para celebrar el nacimiento de Cristo, cambiando su significado pagano hacia uno religioso. El origen del actual árbol de Navidad se remonta a una leyenda bastante popular, que suele situar la historia entre los años 680 y 754.  Cuenta la leyenda que por aquella época existía un evangelizador alemán llamado San Bonifacio. Entendiendo que las tradiciones celtas no podían ser extirpadas de raíz, quiso asumirlas y adaptarlas dotándolas de un sentido cristiano. Fue por eso que cogió un hacha y cortó un roble, que representaba a Odín, y en su lugar plantó un pino, árbol perenne, que venía a representar el amor eterno de Dios. A su vez, lo decoró con manzanas (símbolo del pecado original) y velas (que simbolizan la luz de Jesucristo).

Para saber más cosas sobre el origen del cristianismo, no te pierdas nuestro Curso Mitos y verdades sobre Jesucristo.